Entrevista a Gemma Guarch

Por Carla Escursell

Primera entrevista desde la cresta de la ola de la terapia psicodélica barcelonesa

Gemma Guarch, fundadora de Mokxa, me recibe en uno de los despachos de terapia con vistas a l’Eixample. 

Le hablo del titular que resuena en el ambiente barcelonés psicodélico “ha abierto la primera clínica psicodélica en Barcelona”, en la que hacen tratamientos con ketamina. Gemma me aclara que yo hablo de la Clínica Synaptica, otra entidad adherida a Mokxa, que alquila sus instalaciones. Sin embargo, según me comenta, la posibilidad de ofrecer tratamiento con sustancias psicodélicas de forma legal en Catalunya, “aún se sostiene con pinzas”.

Mokxa, que toma el nombre de la “liberación espiritual” hinduista, le pone el broche ortográfico de la ‘X’ que significa el camino hacia la plenitud. Nos encontramos con un centro sanitario que es un conglomerado de los pesos pesados de la investigación con psicodélicos en España. La labor de Gemma, confluye entre esas paredes con la de José Carlos Bouso y Joan Obiols entre otros, piedras angulares de ICEERS.

Este trabajo con estados expandidos de conciencia no se limita solo a las sustancias, sino que en el espacio se ofrecen terapias que trabajan a través del cuerpo como las respiraciones catárticas, el yoga o los masajes terapéuticos… pero las agendas están llenas también de sesiones de “terapia de toda la vida”. 

Voy a Mokxa una semana después de la publicación del artículo de The New York Times en el que se hablaba de Nushama, un centro de terapias psicodélicas ya establecido en Nueva York. En el caso neoyorquino, el paradigma es el del wellness; nos encontramos ante tratamientos con un coste de unos 1500 dólares por sesión en un contexto de lujo. Comento con Gemma este titular de A spa day for your brain o un día de spa para el cerebro, en español, y me dice que aquí el acercamiento es siempre en un contexto terapéutico, enmarcado en tratamientos psicológicos o psiquiátricos. 

De hecho, me río cuando Gemma asegura que aquí no se llevan las ‘varitas mágicas’. La mayoría de los pacientes que pasan por Mokxa suelen ser personas con la necesidad de sentirse en paz, ante síntomas que pueden ser muy incómodos para la vida de las personas que los sufren. Gemma traslada su preocupación ante la imposibilidad de acercar estos tratamientos, de momento, a personas sin recursos. Otro punto diferencial del centro son los servicios de contención profesional para emergencias espirituales. Mokxa pone al servicio de estas personas, profesionales especializados en técnicas de integración, a la vez que brinda un espacio cálido y de recogimiento para cerrar diferentes tipos de procesos. Se trata de casos que sin este tipo de alternativas acabarían patologizados en la consulta de un psiquiatra convencional. 

Mokxa es la sede física pero su micelio se extiende más allá. Gemma, que se define como psicóloga familiar sistémica sobre el papel, pero ecléctica en la práctica, ha trabajado en  la fase II del ensayo clínico con psilocibina para depresión resistente de la empresa Compass pathways realizado en la unidad psiquiátrica del Sant Joan de Déu. Me comenta que el interés de la institución no acaba aquí, sino que parece que la entidad acogerá también la fase III e iniciará el tratamiento de casos de estrés postraumático con MDMA, tratamiento cuyo precursor es la fundación MAPS, por la que la misma Gemma está certificada. 

Y no solo ha trabajado en el lado hardcore de la investigación sino que también facilita la respiración holorénica, que aprendió tras trabajar durante 15 años con el Dr. Fericgla. Sorprende que a pesar de haberse formado con uno de los pioneros de la tierra con el uso de ayahuasca, ella se desmarca del uso personal de sustancias y niega ser psiconauta a pesar de sostener firmemente que los psicodélicos pueden hacer un gran bien a la salud mental. 

Foto de Gemma Guarch, psicóloga fundadora de Mokxa

A propósito del trabajo con ayahuasca, le comento mi preocupación por el vacío de ritual que se da en la consulta a lo que ella argumenta que el ritual también sucede, en forma del proceso terapéutico en sí: “el ritual sucede en la camilla”. 

Coincidimos en el alto grado de desinformación respecto a la importancia de la integración, ya sea entre aquellos que se acercan a los psicodélicos como promesa de terapia o de exploración de la psique (faltaría ver si tal distinción existe). Querer hacer un viaje psicodélico y no querer integrarlo es sin duda dejar el viaje a medias. Con ello, Gemma me cuenta que según la formación que ha recibido como terapeuta psicodélica, es crucial que este tipo de tratamientos vaya acompañado de un proceso terapéutico y por ello normalmente los tratamientos constan de unas sesiones de preparación, una de dosificación y tres de integración y valora la importancia de un equipo multidisciplinar que se reúne para supervisar cada caso. 

Sin embargo, a pesar de encontrarse en l’avantgarde de los tratamientos psicodélicos en Barcelona, no se muestra optimista cuando le pregunto su opinión respecto al futuro de los tratamientos con sustancias psicodélicas. El proceso de capitalización del sector y las ingentes cantidades de dinero que se están invirtiendo ponen según ella a la psicodelia en peligro de caer en la frivolidad de una moda, lejos de las posibilidades de estos tratamientos. 

Nos encontramos sin duda en un momento crítico para muchos proyectos que quieran ofrecer tratamientos legales por cuenta propia y no bajo las directrices de grandes nombres comerciales.