Mezclar psicodélicos con ISRSs es generalmente seguro, con excepciones importantes

Psicodélicos como la psilocibina y la MDMA siguen siendo cada vez más prometedores para el tratamiento de la depresión grave, el trastorno de estrés postraumático y otras enfermedades, y pronto podrían entrar en la práctica médica de forma más general. Mientras tanto, fuera de la clínica, muchas personas buscan experiencias curativas y espirituales en centros de retiros psicodélicos. Es una situación que pronto podría llevar a mucha más gente, y a una mayor variedad de personas que nunca antes a tomar psicodélicos.

Según Kelan Thomas, farmacéutico psiquiátrico de la Universidad de Touro, en California, esto puede ser motivo de preocupación. Esto se debe a que muchas de las afecciones para las que la gente puede utilizar los psicodélicos se tratan actualmente con medicamentos psiquiátricos, como los antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), y se han realizado pocas investigaciones sobre sus posibles interacciones con los psicodélicos. Hasta ahora, la mayoría de los ensayos clínicos se han centrado en la seguridad y la eficacia de un solo compuesto psicodélico, y no en sus interacciones con otros medicamentos.

«No vi a nadie en este campo haciendo ese tipo de trabajo», dice Thomas. «Quería revisar la literatura existente para pensar acerca de cuál es el nivel de riesgo».

En un nuevo artículo de revisión publicado en la revista Psychopharmacology, Thomas y su colega Benjamin Malcolm analizan las pruebas disponibles sobre los posibles riesgos de la combinación de psicodélicos con los medicamentos psiquiátricos existentes, y llegan a una conclusión muy alentadora: Con algunas excepciones notables, la mayoría de las combinaciones potenciales de medicamentos psiquiátricos y psicodélicos presentan riesgos leves o modestos.

Pero es importante entender cuales son las excepciones.

El documento se centra en el riesgo de toxicidad de la serotonina por la combinación de medicamentos y psicodélicos. La toxicidad de la serotonina, o síndrome de la serotonina, puede producirse cuando los medicamentos aumentan los niveles del neurotransmisor serotonina entre las células nerviosas más allá de un nivel seguro. La serotonina desempeña una gran variedad de funciones en el cerebro, desde la regulación de la motilidad intestinal hasta el apetito, pero quizá sea más conocida por su papel en el estado de ánimo y los trastornos del mismo. Los niveles bajos de serotonina se asocian a la depresión, por ejemplo, y los medicamentos antidepresivos intentan aumentar esos niveles a través de diversos mecanismos farmacológicos.

Pero puede haber demasiado de algo bueno, y los síntomas de toxicidad de la serotonina por un exceso del neurotransmisor pueden ir desde las náuseas y la ansiedad hasta reacciones potencialmente mortales como el delirio, el coma e incluso la muerte. Sin embargo, Thomas y Malcom señalan en el artículo que la toxicidad generada por serotonina es generalmente muy rara.

Pero como muchos psicodélicos y medicamentos psiquiátricos modifican por igual la neurotransmisión de la serotonina, es importante analizar qué fármacos y combinaciones de fármacos podrían aumentar el riesgo de toxicidad de la serotonina, según Thomas.

Los psicodélicos clásicos se unen y causan sus efectos a través del receptor 2A de la serotonina, mientras que el MDMA provoca la liberación de serotonina de las células nerviosas. Los ISRS, por su parte, impiden que las células nerviosas reabsorban la serotonina una vez liberada, y otros medicamentos, como los inhibidores de la monoamino oxidasa, conocidos como IMAO, impiden que el cuerpo descomponga la serotonina, así como las drogas psicodélicas.

Según Thomas, la mayoría de las triptaminas tradicionales, como la psilocibina y el LSD, presentan un riesgo muy bajo de toxicidad por serotonina por sí solas o en combinación con la mayoría de los medicamentos, como los ISRS. Los psicoestimulantes como el MDMA y las numerosas fenetilaminas descubiertas por el químico psicodélico Alexander Shulgin -fármacos como el 2C-B, o el 2C-T-7- presentan un riesgo ligeramente mayor, dice Thomas, porque «en realidad están derramando serotonina en la sinapsis».

Donde las cosas se ponen más difíciles es con la adición de los IMAO, que pueden provenir de múltiples fuentes. Aunque se prescriben más raramente que antes, dice Thomas, los IMAO se recetan a veces para el tratamiento de la depresión. Al mismo tiempo, el brebaje psicodélico ayahuasca también contiene IMAO de origen vegetal, que son los que hacen que la DMT de estos brebajes esté disponible por vía oral. Si se toma un IMAO con receta y se combina con la ayahuasca, «para mí es donde el riesgo empieza a aumentar», dice. «Mientras que los IMAO con algo como el LSD o la psilocibina, no me preocupa demasiado. Sólo va a extender el tiempo de los efectos de esas drogas, tal vez aumentar ligeramente la intensidad.»

Un psicodélico triptamínico en particular puede presentar un mayor riesgo de toxicidad de la serotonina que otros, incluso sin interacciones con los medicamentos recetados, según Thomas, y es el 5-MeO-DMT. «Hay algunas pruebas de que el 5-MeO-DMT podría tener una actividad incluso más fuerte que la propia serotonina en el receptor [de la serotonina] 2A», dice. «Ha habido unos pocos informes de casos de ayahuasca con 5-MeO DMT que conducen a lo que parecía ser una toxicidad mortal de la serotonina». Estos casos son raros, pero significativos.

Otra posible interacción de drogas que preocupa a Thomas es la microdosificación, o la práctica de tomar regularmente pequeñas dosis subpsicotrópicas de un psicodélico como el LSD para mejorar el estado de ánimo o la creatividad. «Cualquier cosa en la que se esté dosificando constantemente una droga una y otra vez tiene intrínsecamente un perfil de riesgo diferente al de una sola dosis de algo», dice. «Pero no se trata tanto de la toxicidad de la serotonina, sino de un aspecto de la droga que activa ciertos receptores».

Hay pruebas, por ejemplo, de que el LSD puede activar los receptores de serotonina 2B que regulan las válvulas del corazón, señala Thomas, y se han retirado del mercado medicamentos con ese tipo de actividad. Además, «no sabemos si la microdosificación tiene algún beneficio. Hay mucha gente que lo jura, pero no hay pruebas clínicas como las que tenemos para la macrodosis», dice.

Las pruebas de las interacciones de las drogas psicodélicas también son limitadas, por lo que Thomas pretende que el documento sirva como punto de partida para nuevas investigaciones y debates. «Ha habido algunos informes de casos de muertes con ayahuasca y antidepresivos», dice, pero otros estudios epidemiológicos sugieren que cada vez más personas toman ayahuasca con más frecuencia sin que aparezcan tales toxicidades. «Es realmente un área de controversia clínica y no está muy claro en este momento».

La conclusión para los médicos, los investigadores y aquellos que puedan estar consumiendo psicodélicos de forma ilícita es que hay que ser muy cauteloso a la hora de combinar los IMAO con los psicodélicos, especialmente la ayahuasca, dice Thomas, y que, a medida que pase el tiempo, descubriremos mas cosas en el campo de las interacciones con las drogas psicodélicas.

Artículo original escrito por John Kelvey y publicado por Lucid News. Traducido al español por Irene de Caso. Imagen por Nicki Adams.

RESEÑA: La serpiente cósmica

Reseña bibliográfica del libro La serpiente cósmica, del antropólogo Jeremy Narby en el que el autor hace una investigación multidisciplinar para acercar el conocimiento chamánico a la ciencia

por Carla Escursell

El libro La Serpiente Cósmica narra en primera persona el trabajo de investigación llevado a cabo por el antropólogo Jeremy Narby tras una estancia con el pueblo ashaninka de Quirishari en la selva peruana y haber experimentado una sesión de ayahuasca. El libro es una empresa ambiciosa, dado que el autor intenta acercar al saber racional de la ciencia occidental el saber chamánico proveniente de la experiencia. 

Viendo que los chamanes se remiten a las plantas visionarias como la fuente de donde extrajeron las pautas para elaborar preparaciones como el curare, de cuyo principio activo ha acabado sirviéndose la industria farmacéutica para elaborar anestesia, el antropólogo se plantea las siguientes cuestiones: ¿cómo la denominada experiencia alucinatoria puede contener conocimiento empírico demostrable? ¿Cómo desentrañar el proceso mediante el cual recibimos la información proporcionada por las plantas?

Para ello, el autor debe desprenderse de la propia manera de mirar y entender el mundo, debe dejar de banda el racionalismo y revisitar las enseñanzas de los chamanes con nuevos ojos, con una mirada que integre lo que los científicos desacreditan de entrada por hablar de espíritus o servirse de un lenguaje que no es afín al oído occidental. 

En esa búsqueda, el autor entiende que al no ser los lenguajes traducibles, debe fijarse en la forma de las enseñanzas. Siendo así, las visiones recurrentes de serpientes fluorescentes de que es testimonio casi todo aquel que haya tomado ayahuasca dan pie a ligar este elemento recurrente en la cosmología de la mayoría de culturas y de la psique humana en general con lo que la ciencia acepta como el código de la vida, dos serpientes entrelazadas, la forma que presenta el ADN.

J. Narby establece conexiones totalmente inesperadas, puesto que repara por ejemplo en la similitud de las visiones bajo los efectos de la ayahuasca y las imágenes observadas por la biología molecular, ciencia que estudia el ADN. Con ello abre nuevos debates, ¿podrían las plantas visionarias realmente mostrarnos de qué estamos hechos? ¿Puede ser que contactemos con una inteligencia inherente en la materia que la ciencia no ha llegado a descifrar? Hay aún muchos puntos muertos que la ciencia no puede alumbrar como por ejemplo que la gran mayoría del genoma se considera ADN basura, puesto que no se ha conseguido desentrañar su significado. He ahí cómo la ciencia desecha todo lo que no puede ser racionalizado perdiéndose así información valiosa a la que otras formas de conocimiento pueden haber accedido.

Para establecer dicha conexión, el autor se basa en diversos hallazgos como por ejemplo el doble significado de la palabra azteca coatl que es a la vez gemelo y serpiente, puesto que estamos hablando de dos serpientes entrelazadas que reaparecen a lo largo y ancho del globo, desde Egipto hasta los aztecas pasando por el caduceo griego, los aborígenes australianos, el conocido símbolo del yin y el yang en China o la serpiente Kundalini de los hindúes. 

La serpiente kundalini, enroscada en los chakras inferiores, que va subiendo por los chakras al despertarse hasta alcanzar la iluminación.

Escaleras, serpientes invisibles, lianas entrelazadas (como la de la planta de yagé), esa forma que ha sido usada incansablemente en la mitología para explicar el origen de la vida, deja de ser únicamente parte de lo mitológico y lo onírico y traspasa al reino del laboratorio y la bata. 

Y no solo eso, los indígenas se refieren a la ayahuasca como la televisión de la selva, algo que cobra sentido al ver que el ADN emite fotones y que estos podrían ser captados por las neuronas al estar estimuladas por los efectos de la nicotina o el DMT. De ser esto cierto, el autor propone la siguiente pregunta: ¿y si el ADN, estimulado por la nicotina o la dimetiltriptamina, activa no solamente sus emisiones de fotones (que inundan nuestra conciencia bajo forma de alucinaciones), sino también su capacidad de captar fotones provenientes de la red global formada por el conjunto de los seres vivos conformados a base de ADN? Es decir, puede que estemos recibiendo información de lo que llanamente llamaríamos el cosmos.

Obra de Pablo Amaringo, artista visionario en cuya obra es recurrente la aparición de la serpiente

Este relato anima a enfrentarnos al misterio con nuevos ojos y abre nuevas vías de exploración a la ciencia, que ha sido miope al quedarse anclada en férreos dogmas y maneras de hacer. Si la ciencia revisita y el saber chamánico, puede que llegue la hora de dejar de usar la palabra “alucinación” cuando nos referimos a lo percibido bajo los efectos de los enteógenos.